lunes, 28 de mayo de 2012

Entre dogma y doctrina: raíz y ramas


Lo afirmaba en el escrito antecedente: en esta Iglesia “parece que no se puede pensar, poner preguntas, abrir reflexiones, profundizar temas que hacen parte de la doctrina, pero que no son dogmas”. Hay dogma de fe que no tenemos intención discutir, pero hay temas de doctrina que se pueden hablar, reflexionar y que pueden llegar a cambiar.
Algunos obispos, o autoridades dentro de la Iglesia, clasifican esta actitud crítica como una moda contemporánea, una falta de humildad o de obediencia. Creo que son las palabras de siempre de quien, dentro de un régimen, estando arriba empieza a fastidiarse con los que están abajo porque simplemente tienen una cabeza pensante y la utilizan, o simplemente porque expresan un sentimiento o un estado de ánimo de malestar. Quisiera recordar a estas autoridades que Dios escucha el grito de su pueblo y que al principio del Éxodo el grito del pueblo no conlleva un castigo de Dios, sino más bien una escucha y una respuesta misericordiosa que reconoce las razones del pueblo mismo (cfr. En Ex 15-17 Mará, el  Maná y Masá).
Imagino que es el miedo de las autoridades de perder el poder o el control de la situación. Se tiene miedo a la anarquía. Pero son solo miedos injustificados por muchos de nosotros. Quisiéramos simplemente una iglesia más evangélica y no encerrada en su doctrina. No que la segunda sea contraria a la primera, también si en algunos casos parece que sí, pero las dos necesitan de un continuo estado de discernimiento, que conlleva escucha, dialogo, profecía y coherencia.
La fe se puede identificar como la raíz del árbol que se expresa en sus dogmas, pero hay una doctrina que son ramas y expresiones de esta fe, y que tienen sentido hasta que dan frutos (“En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí”, y después se añade: “contra tales cosas no hay ley” Gál 5,22-23). Lo que quisiéramos no es cortar el árbol a la raíz, sino averiguar cuáles son las ramas que se tienen que podar para que den más fruto. Estoy consciente que a algunos no les gusta tampoco podar las ramas porque las consideran parte y expresión de la misma raíz como la doctrina de los dogmas, pero hay que poner las justas diferencias. A un cierto punto es necesario podar, y es necesario hacerlo siempre y no solo una vez. Sabemos que vivimos en un tiempo donde muchos se arrepienten de la abundante podadura del Concilio Vaticano II, o para nosotros en América Latina de Medellín, Puebla y Santo Domingo, pero hay que reconocer que han producido bastantes frutos buenos, reconocidos también por Aparecida. Estos frutos han hecho nacer una conciencia nueva, una metodología de pensamiento, un sentido de pertenencia y un compromiso renovado desde nuestra fe. A estos frutos no queremos renunciar. Por esta razón creo no se puede confundir el tema de los dogma de fe con la doctrina. Hay muchas ramas, a veces secos, que creo sea la hora de podar.
Vivimos en un tiempo de Iglesia marcada por el miedo de perder sobre todo participación y referencia, en una palabra, poder. En realidad tendríamos que tener miedo de no caminar en el mundo buscando y llevando una Buena Nueva. Últimamente se escuchan sobre todo doctrinas antiguas que confirmar y dan seguridad. En Italia lo saben bien, no hay nada mejor de alguien que te diga que todo está bien, si esto es lo que quiere escuchar, también si no es verdad. En una cierta manera de ser Iglesia, lastimosamente, se te pide solo de creer en la doctrina, de ser humilde y obediente. Esto da seguridad. Se aceptan de mala gana las preguntas que meten en crisis la doctrina encerrándose en respuestas que te dicen: “!Es así y punto, tu solo tienes que creer en Dios si lo quieres!”. Tengo duda que esta sea fe, y de seguro no es mi fe.

Padre Gastón habló de los derechos de las personas que expresan una opción sexual diferente de la heterosexual, y esto es solo uno de los temas que en esto blog quisiera tocar. De aquí en adelante compartiré mi personal pensamiento sobre las doctrinas que hacen referencia al matrimonio como sacramento, a la confesión, al sacramento del  orden, a las doctrinas dentro de las cuales encerramos el sentido de la eucaristía, el papel de las mujeres en la Iglesia. Quisiera compartir sobre el tema delicado de la relación que la Iglesia tiene con la economía, la política y los derechos humanos. Me gustaría también profundizar y compartir sobre el tema de la doctrina de la sexualidad y de la moral. Tal vez no tengo la capacidad para expresar con la debida profundidad mis pensamientos, pero puedo abrirlos a un diálogo. Tengo la esperanza que todavía continua viviendo en una iglesia en la que se puede hablar de estos temas.
Claro que los míos son solo pensamientos y opiniones que buscan un diálogo y que no quieren arriesgar a la base del sentido de nuestra fe o de la misión de la Iglesia, pero buscan luces para revelar el rostro de Iglesia que nos apasiona y nos convence que vale la pena dedicarles la vida.

Emanuele Munafó

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